Tributo de las tres vacas


Esta ceremonia que se desarrolla ininterrumpidamente cada trece de Julio desde tiempo inmemorial, tiene su origen en el conflicto que se dio en su día entre roncaleses y baretoneses y cuyo motivo no está definitiva e históricamente probado.

Del año 1375 corresponde la primera referencia documental que se conoce del Tributo, concretamente una sentencia arbitral en la que queda claro que ya entonces el origen de este acto se había perdido en la memoria histórica. Cualquier fecha que se asigne es pura hipótesis. La leyenda habla de que el origen de la confrontación estuvo en la reyerta mantenida entre un Roncalés y un Baretonés, que desembocó en sucesivas emboscadas que terminaron con el pacto del Tributo. Otra versión habla de conflictos por el derecho sobre pastos y fuentes que se tradujo en diversos episodios de violencia entre los de uno y otro lado de las vertientes pirenaicas, y que terminó en el tratado de paz que secularmente se conmemora. Y la más reciente lo sitúa como un tributo de guerra. Se sabe que tras el incendio que padeció Isaba en 1427 en el que se quemó el archivo del Valle de Roncal, la persona encargada del cuidado del archivo, elaboró un libro en el que recogió todo lo que su memoria le permitió de cuanto había leído en los documentos quemados. Aquel libro sitúa el origen del tributo 628 años después de la fundación de Roma, o sea unos 125 años antes de Jesucristo y lo atribuye a la invasión Címbrica. Los cimbrios, pueblos afincados en lo que hoy es el norte de Alemania, atravesaron los pirineos por el Valle de Roncal destruyendo y quemando sus pueblos ayudados por los habitantes del valle de Baretous. Los roncaleses no tuvieron oportunidad de vengarse de los cimbrios, que pronto se alejaron, pero sí de los baretoneses, les hicieron guerra, les vencieron y se obligaron en el tratado de paz, a entregar anualmente un tributo perpetuo de tres vacas. Esta hipótesis, que sitúa el origen en un tributo de guerra, refuerza la idea de que se celebra de tiempo inmemorial, tal y como se recoge en documentos posteriores. Si fuera un tributo a cambio de pastos, este no podría ser perpetuo, bastaría con dejar de usarlos, pero la sentencia de 1375, y otras posteriores no dan lugar a una posible interrupción, por lo que nos hallaríamos ante un tributo de guerra perpetuo, avalado por tres importantes documentos. El acto consiste en una ceremonia popularizada recientemente, en la que se reúnen los alcaldes de los pueblos de los valles de Baretous y de Roncal, en el lugar llamado piedra de San Martín. Los Roncaleses y Baretoneses van ataviados con sus indumentarias tradicionales y el alcalde de Isaba, presidente de la ceremonia, pregunta por tres veces a los Baretoneses, si están dispuestos, como en años anteriores, a pagar el tributo de las tres vacas, “del mismo dentaje, pelaje y cornaje”; los alcaldes galos contestan afirmativamente. Acto seguido uno de los alcaldes Baretoneses coloca su mano derecha sobre el mojón (punto de reunión). Sucesivamente superponen sus manos los roncaleses y los bearneses. El alcalde de Isaba coloca la suya encima de todas las demás y pronuncia las palabras rituales pax avant pax avant pax avant repetidas por los franceses. Después el veterinario de Isaba reconoce las vacas aportadas por los franceses entre las que elige tres con las condiciones previstas (de dos años de edad, sin defectos y sanas), que son aceptadas; Tras entregar recibo de las vacas a los bearneses se procede al nombramiento de cuatro guardas para la custodia de los puertos faceros de Erlanz y Leja. El presidente les toma juramento y concluye con “si así lo hacéis Dios os lo premie y si no, os lo demande”. El complemento feliz de este tradicional acto es un banquete.(me consta).